Dedicado a Lola.
Ahora que mi buena amiga PMV, alias "Lola", ha vuelto a sus fatigas de vivir, (esta vez desde Mongolia, ¡y bien qué me alegro!)no he podido resistirme a la tentación de dedicarle esta entrada. ¡Va por ti, guapa!
Y es que si ella ve las Tres Gargantes del río Yangtsé, los guerreros de terracota de Xi'an, la Ciudad Prohibida de Beijing o la Gran Muralla (o eso cree), lo que yo veo, oigo, gusto, huelo y toco (o eso creo), podría incluirse sin complejos en un programa turístico/cultural del Madrid de Argüelles (obsérvese el matiz antropológico), con sus días felices, sus borrachos de luciérnaga, sus estudiantes endiosados, sus secretarias con bolso en 90º, sus señoras de merienda diaria en las terrazas de Marqués de Urquijo, sus señores de todo pelaje tomando dry martini en la cara lavada de Rosales, o sus desterrados al brick compartido de don Simón de la acera de enfrente, la que se camufla en el verdor del Parque del Oeste.
Pero como eso ya lo han contado los grandes (Umbral, Baroja, Rosales, García Hortelano, Neruda, Rosales, Martín Santos, ...) y tampoco es cuestión de andar comparando, yo prefiero narrarles ahora las pequeñas sorpresas y las grandes guasas que la vida, generosa, me regala en el abrir y cerrar de mis ventanas.
El caso es que hace cinco noches, este calor quieto y asirocado de hoy en Madrid era una brava corriente que se colaba por las avenidas de los patios de vecindad, tanto que vean con sus ojos lo que los míos no podían creer al despertarme.
Una habitación con vistas
Con el primer té, oí los desconsalados lamentos de una mujer (del lado de allá): ¿Qué iba a decirle a la señora? y ¿cómo podría alcanzar su manta?
La vecina de arriba (del lado de acá) intentaba consolarla con soluciones anticrisis más propias de la gente de Ferraz, 70 y del nuevo candidato (qué_grima_me_da), que de una señora del Argüelles burgués. Así, primero le dijo que intentase conseguir un palo largo "de por lo menos dos metros" (???) y, desde la casa de los vecinos, empujase la manta (la chica, como yo, dudaba); después, le animó a fabricar una especie de caña con un anzuelo de los de "atún" (y esos, ¿cómo son?); y, por último, el portero, hasta ahora barriendo el patio en silencio, entró en la conversación y sentenció:
"¡Eso solo lo tira la galerna!"
¡Joer, qué tío!, me dije, ahora solo falta que recite a Blas de Otero y corro a llamar a José Luis Cuerda para que grabe aquí la segunda parte de Amanece que no es poco.
La cuestión es que me temo que el portero lleva razón, porque va para cinco días y la manta sigue ahí, como la cebra disecada que tienen los abogados del despacho de enfrente en la sala del café (prometo foto), o los aullidos nocturnos de Lady Gemidos (si puedo, prometo audio), o tantas cosas que pintan y despintan el paisaje afrodisíaco de este pedazo de poblachón manchego que abriga su canícula con mantas y a lo loco.
Seguiremos informando.
Jope. Porque a mi mamá no le haría ninguna gracia, que si no me cambiaba la fecha de nacimiento al 31 de julio. Me quedan horas en Mongolia (por ahora), vuelvo a China y a la maldita censura de mis fatigas. Gracias por el regalazo de tus palabras, me las he colgado al cuello engarzadas en una cadena de sonrisas. Besazo
ResponderEliminarGracias, muñeca, un placer, siempre.
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