martes, 14 de abril de 2009

País de cigarras 1ª parte


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Bien sé que nadie escarmienta en piel ajena, pero ESTO ES UN AVISO A NAVEGANTES POR SI LE TIENTAN PARA SER VOLUNTARIO O SOCIO DE UNA OENEGÉ. PRACTIQUE LA CARIDAD CON SU VECINO , O CON EL SUBSAHARIANO QUE LE OFRECE LA FAROLA EN LA PUERTA DEL DÍA, PERO NO MANTENGA A VAGOS, POR FAVOR.

En tiempo de Cátulo, o de Adriano, España era el país de los conejos. Sin embargo, desde hace algunos años, el patio nacional más bien parece de cigarras. Y no me voy a despachar contra el personal en general, aquí no toca, ahora quiero hablar de las Oenegés.

Resulta que hace un año y medio tuve la genial idea de querer cambiar de sector profesional. Me empeñé en dedicar mi esfuerzo, mi experiencia y mis conocimientos a las causas sociales, principios que mi pensamiento, absurdamente, definía siempre en mármol y capitulares. Andaba convencida de que mi formación y mi experiencia, además de la renuncia a la mayor parte de mis honorarios, serían un aval suficiente para alcanzar mi lícito objetivo: ayudar a los demás.

Todavía no sé por qué me empeñé en tal hazaña. Sólo sé que cada vez me sentía más atraída por el canto de sirena de las “organizaciones no gubernamentales” (ONG), ahora llamadas “entidades no lucrativas” (ENL). Tal vez fue una cuestión hormonal; tal vez, el trauma de mi última experiencia laboral. Mi paso por el sector inmobiliario fue tan nefasto, que me juré no volver a enriquecer a ningún gordo que no supiera siquiera sumar con calculadora. A mi favor, diré, que el gordo con el que me tocó lidiar, era uno de esos empresarios “hechos a sí mismos” pero a la española; a saber, de los que antes de calzarse los Lotus gastaban alpagartas de diario y cultivaban ajos o melones en medio de La Mancha. Pero llegó la prosperidad, y en su campo, otrora de uso agrícola, nuestro “empresario” (convencido por su primo, el alcalde, y su amigo de partida, el director de la sucursal de su pueblo), se convirtió en promotor y cultivó los primeros adosados de la comarca, y después los segundos, y los terceros; y así en un suma y sigue que le llevó a celebrar las bodas de plata de su entramado empresarial. Porque aquello, como la mayoría de los chiringuitos inmobiliarios, no era una empresa, ni siquiera un grupo empresarial, aquello era una “trama” que se desplomó como la casita del primer cerdito con un leve soplo de viento.

El caso es que, meses antes de la caída, les hablo de finales del 2007 (esto de la crisis inmobiliaria, por mucho que Zapatero se empeñe en fecharlo ahora, viene de atrás: no tienen más que tirar de hemeroteca y mirar las cifras del SIMA de ese año), el agricultor con cargo de presidente, me encargó la organización de una fiesta ad maiorem gloriam de sí mismo; “evento” que no tenía intención de pagar, aún más cuando vio que la suma de su capricho ascendía a la increíble cantidad de más de 400 mil euros, que se fundió en el salón de columnas del Círculo de Bellas Artes un martes de septiembre sin competiciones europeas, premisa básica, entre las nueve y la una de la madrugada. Así toreaban los nuevos ricos. Tal vez por todo ello, y algún que otro agravio más, en el mismo instante en que “el gordo” aprobó la fiesta, dimití de mi puesto de directora de Marketing.

Con estos antecedentes (y otros que les iré narrando según surja la oportunidad), comprendan mi legítimo asqueo por el sector primario, secundario y terciario, y mis ganas irredimibles de colaborar en el “Tercer sector”, lugar que mi voltaireana ingenuidad imaginaba honesto y honrado.

Cinco meses después, un día de primavera, me convertí en la directora de comunicación de una afamadísima oenegé que afirma luchar contra el cáncer en todos sus ámbitos. Mi periplo no duró más de 100 días. Todo un récord contando que, en los dos años previos, por este puesto habían pasado tres personas; del mismo modo que, desde mi salida hasta ahora han pasado tres en ocho meses; además, la directora del área llevaba cinco meses de baja por depresión de un total de diez en la oenegé. Cifras contundentes para un departamento, el de marketing y comunicación, de una oenegé que afirma destinar la mayor parte de sus recursos a sus campañas de comunicación y sensibilización.

Pero, vayamos por partes... que esto no ha hecho más que empezar.

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