miércoles, 15 de abril de 2009
País de cigarras. 3ª parte y fin
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Y entonces me entró una profunda melancolía. Agravada, tal vez, porque me fui a Lisboa y allí me refugié en Pessoa y su desasosiego. Qué me quedaba si ni siquiera las oenegés eran honestas y honradas. No debería generalizar, es poco inteligente, pero la solidaridad de mis amigos me permitió conocer una gran variedad de historias que me referían con indignación para mi consuelo de tontos. Mi amiga CV, secretaria en un headhunter, me comentó cómo su compañía había colaborado, a cambio de la lucrativa cifra de 24.000 euros, en la contratación del máximo directivo de una oenegé dedicada a la infancia. El afortunado candidato firmaría un contrato de 90.000 euros, pero primero debía superar la primera de inicio: un sencillo test donde el susodicho, preferible a susodicha, debía contestar cuáles de los siguientes diarios leía: ABC, EL Mundo, El País. ¡Enhorabuena para aquellos que hayan contestado El País! Siguen en el proceso. El resto están descartados.
Mi nueva amiga MQ, a quien conocí en la maravillosa conferencia de Muhammad Yunus, días antes de que me dieran el pasaporte a la fama, me confesó que ella había trabajado en una multinacional dedicada al apadrinamiento de menores. Allí, además de tener un sueldo de mercado, móvil de empresa y seguro médico privado, comisionaba por cada nuevo padrino que captase.
A mí me llamaron de una multinacional de esas que luchan contra el hambre. Buscaban un responsable de marketing dependiente del director de comunicación. Imaginen mi sorpresa cuando además del sueldo, 36.000 euros (¡ojo!, era una oenegé y les hablo de un puesto medio sin personas a cargo), me comentan una agradecida lista de beneficios sociales entre los que incluían “tickets restaurante”. ¡Viva la incoherencia! No sé bien qué pensaría a Al Gore si supiera.
O qué decir de los SMS's que el personal envía generosamente sin saber que más del 60% del coste del mensaje solidario se lo queda la empresa promotora. De esto me enteré porque el marido de una ex compañera trabaja en una de estas compañías.
El caso es que, como siempre, después de Pessoa llegó Ciorán, y tras Ciorán, en lugar de refugiarme en la literatura rusa, como me suele ocurrir, o en la poesía de González Iglesias, me dio por leer a Maquiavelo. ¿Realmente el fin debía justificar los medios?
Un pensamiento me llevó a otro y fue entonces cuando caí en la cuenta de que debía hacer un último intento antes de tirar la toalla de las oenegés. Me quedaba la iglesia de base y allí fui. Necesitaba volver a creer en la acción social y en la bondad del ser humano. Busqué las oenegés de la iglesia y me presenté en una de ellas. Esta vez no cobraría un sueldo de becaria. Esta vez regalaba mi trabajo a una causa social. Me hice voluntaria.
Cuando me dio por esto de las oenegés, mi amiga Dorina me dijo: La acción social no sirve para nada, lo que sirve es la acción individual. Dorina había trabajado durante décadas en una leprosería en la India allá por los 60 y 70, después, a su vuelta a España, ejerció su labor en Fontilles. Cuento esto porque creo que es importante atestiguar su calidad humana y su conocimiento de las oenegés. Dorina decía que si falta la intención individual, es muy difícil que se pueda hacer algo colectivamente.
Cuando yo llegué a mi nueva oenegé, me sorprendió la relajación con la que la gente trabajaba. No es cuestión de estar en permanente estrés, pero el momento de crisis que sufrimos y las continuas peticiones de ayuda a la institución no se correspondían con la comodidad con la que el personal iniciaba su tarea diaria. También me llamaba mucho la atención que se repitieran los comportamientos antisociales de mi anterior oenegé (fotocopias, largas salidas a desayunar, jornadas laborales sin control, aunque se fiche; un cigarrito, y otro, y no sé cuántos más; ordenadores encendidos todo el día, etc.), o que en lo más duro del crudo invierno, trabajásemos en manga corta, porque además de la calefacción (24º, como poco) teníamos calefactores eléctricos en los pies. A veces, incluso debíamos abrir la ventana para que entrase un poco de aire fresco. Y entonces, yo me acordaba de Dorina cuando me repetía aquello de la acción social y la acción individual. Porque el ahorro energético, además de bien para el planeta, son comidas, cenas, o muchos desayunos en los comedores sociales que no dan abasto. Son tantas cosas que se dejan de hacer.
Sin embargo, uno de los hechos que más me sorprende de mi voluntariado es la curiosa relación que tengo con mis compañeros de departamento. Es una suerte grande trabajar en una oenegé. En ellas, sus empleados nunca hacen el trabajo sucio, para eso están los voluntarios, para limpiar los culos y quitar las babas de los ancianos, para atender a los drogadictos, para encadenarte a los árboles, para atender los stands, para las ferias de los fines de semana, para salir con la hucha a pedir, para vender lotería, para todo eso y más, están los voluntarios. Pero, ay de ti, si eres voluntario cualificado, si intuyen que les vas a dar “curre” o creen que les vas a mover la silla, entonces te despacharán con un escueto “hoy no tenemos trabajo para ti”. Y así llevo desde hace meses, debo ser la única voluntaria de oenegé en España que no tiene trabajo aunque en su oenegé y su departamento anden desbordados.
Esto que les cuento son sólo pequeños detalles de mi experiencia que apunto. Cómo les sé inteligentes, estoy segura de que no se quedarán en el ejemplo, en el dedo. Y mirarán a la luna e irán a la actitud. LA ACTITUD. Porque ésta es la actitud que se vive y se respira en las oenegés. En todas. Creánme. Falta de objetivos, ausencia de compromisos y un comportamiento antisocial digno de ser reflejado en el Guinness World Records. Me apena lo que narro, siento una gran tristeza, pero también me siento responsable.
Desde hace algunos meses, observo cómo las oenegés están empleando toda su artillería pesada en la captación de socios, cómo van “a la caza del donante”. Me sorprende comprobar cómo los postes y monopotes que antes contrataba para anunciar las promociones inmobiliarias de la empresa del “nuevo rico”, hoy lucen mensajes de solidaridad, o toscas peticiones de herencias en las que intentan convencerte de que les dejes tu patrimonio. Campañas que se acercan, sino superan, a los seiscientos mil euros, creánme, sé de qué hablo. Campañas en marquesinas por toda la ciudad. )carísimas). Lonas gigantes que cubren edificios a reformar en la Gran Vía madrileña (pocas empresas se lo pueden permitir). Sites y minisites que florecen en Internet como las setas en otoño. Teléfonos 900, pero también 902 y 905. Anuncios en prime time, para televisión, cine o cuñas en radio. Campañas de telemárketing, on line, banners, espacios en medios escritos, campañas face to face (les hablo de los chicos que te abordan en las puertas de El Corte Inglés. El lunes llevan el peto de color verde de la oenegé A; el martes, el peto azul de la oenegé B; el miércoles es un mono, de la oenegé C, más agresiva; el jueves, el rojo...Y así todos los días). Acciones de miles de euros en un suma y sigue imparable.
Me resulta muy curioso comprobar cómo las oenegés se están convirtiendo en grandes anunciantes. Y lo están haciendo a costa de la misión. No lo duden. Es una arriesgada apuesta que ahogará a más de una. Asistiremos al estallido de la burbuja de la solidaridad. Son miles las oenegés registradas en España. Y todas necesitan urgentemente fondos. Con la crisis han perdido muchos donantes y están desesperadas por captar recursos para poder atender todos esos costes estructurales necesarios para la creación de un pozo en África, la vacuna de un niño, o un díptico sobre cómo comer saludablemente. Díptico, vacuna o pozo que acaba costando casi tanto como una plataforma petrolífera de Repsol en el Mar del Norte.
No se dejen engañar, les hablo desde la experiencia, hagan caridad con el negro de la farola, con el vecino. Hasta con la abominable mudita rumana, si me apuran. Hoy hay mucha gente en la calle necesitada de ayuda. O destinen sus fondos a aquellas organizaciones cuya central está en la zona cero, allá donde se da la ayuda, sin intermediarios que distraen fondos y encarecen la obra. Como hace Vicente Ferrer o hizo Teresa de Calcuta. O el Banco Grameen.
Destinen sus energías a exigir a nuestros gobernantes mejoras en la sanidad, en la asistencia social, en la educación, pero no alimenten organizaciones que dicen hacerlo en nuestro nombre, ¿o acaso creen que el del Mercedes SLK tiene problemas de sueño? Como mucho editará un nuevo folleto. Yo lo hice por él.
No alimenten a cigarras que hoy cantan desesperadas como sirenas, porque, por muy conmovedor o triste que pueda parecer su canto, ellas siguen felices tocando las liras mientras Roma arde.
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La verdad es que tu relato es escalofriante, tanto que parece increible, sin embargo coincidente con otros muchos testimonios que puedes leer o escuchar, yo lo certifico, conozco muchas personas que aportan argumentos similares.
ResponderEliminar¡Es para echarse a llorar!
Y para rematar el tema están las asociaciones que dicen vigilar el buen hacer de las ONGs, certificando que todas son admirables y recomendables, para muestra un botón, hay una fundación muy leal que nos aconseja donar nuestro dinero a estas maravillosas entidades.
Dicen examinar a las ONG con tesón y lealtad. Otros vividores, sinverguenzas.
¡Que pena!
Desgraciadamente hace años que no creo en las ONG. Aunque no me den mi certificado para desgravar en Hacienda, prefiero quedarme sin cenar para comprarles leche y pan a los niños de mi amiga/conocida que no tiene para sus niños, o mi vecina que enferma y sin atención de los médicos la dejaban morirse por lo que no conseguía trabajo y la iba dando como podía para que comiera, o la única "ONG" en la que dono 5€ mensuales es una de cáritas, pero no es ONG, conozco a la persona que está en el Congo personalmente llevando a cabo el proyecto y con mis 5 € y los de 90 personas más, esa comunidad tiene una comida diaria. A esos sí les doy, nunca cuando no sé quién está detrás de la cuenta bancaria porque con mi duro trabajo no voy a financiar a "ricos y vagos". Saludos,
ResponderEliminarong = sinverguenzas
ResponderEliminarong = sinverguenzas
ong = sinverguenzas
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ong = sinverguenzas
ong = sinverguenzas
ong = sinverguenzas
Esta es la sucia geta de nuestra mucho más que sucia sociedad. Estamos instalados en un mundo mentira, mundo estafa desde su raíz, ¡y empezando por la cultura!, ni falta hace que nos vayamos a la política.
ResponderEliminarCultura, un mundo de sucias víboras como digo yo, que para nada se molestan, los que comen de ese mundo y/o disfrutan su fama, su "sociedad del bienestar" sólo para ellos, las élites, para nada se molestan en conocer estas cosas, que de hecho, y no vamos a ser hipócritas como ellos, conocen, pero para qué molestarse en divulgar si eso les bajaría en el ranking de la fama o familla o prestigio o prestigillo al que aspiran o gozan.
Una grandísima náusea que puede que nos asfixie a todos, ellos también, y no creo que los pocos y también sucios e hipócritas pasos hacia la transparencia que tanto se publicitan los políticos, que siguen siendo tan corruptos o tan estafadores de todo y todos, va a solucionar.
Algo muy gordo tendría que pasar cuando la miseria alcance a más de la cuenta. Pero eso procuran calcular a la perfección, medios políticos, con la inestimable ayuda no sólo de Ongs, tan sucias como dices, con la ayuda de medios culturales, medios informativos de todo pelaje, todos cantando en el mismo tono de sirenas que les debiera llevar a la catástrofe sólo a ellos: "Que se jodan los que se jodan, que a nosotros nos ha tocado ir arriba del burro que son todos esos que se joden".
Un disfrute, POR LO QUE TIENEN DE VERDAD, estas palabras, Verdad que tan poquito se ve por aquí, blogs, como por parte alguna.
La gran mayoría de la gente que trabaja en ONGs son vagos, vividores, aprovechados, inmorales, inconscientes, zanganos, sinvergüenzas, cobardes, en resumen, les importa una higa el objeto de sus asociación, solo les importa su puestecito de trabajo y que no venga nadie a levantar la voz. No les interesa nadie que no acepte el status quo de vivir bien y no preocuparse de nada.
ResponderEliminar¿Quién paga este despliege de cartelería actual?. En metro, autobuses, etc, etc. Están asustados ante la falta de fondos. Pues que despidan gente como todo el mundo.
Están como locos a la salida del metro y de los centros comerciales asaltando a la gente para buscar socios.
¡Buscaros un trabajo decente, cobardes! ¡Miserables!
Miguel SG
En muchas empresas donde no hay directivas y objetivos claros, la gente se esconde detrás de la máxima "no pidas un buen trabajo y no te lo pedirán a ti".
ResponderEliminarEn las ONGs pasa eso elevado a la máxima expresión, en la dirección de esas organizaciones hay gente sin ningún tipo de exigencia, sin presión, a la espera de cambiar a otra empresa, enchufados, de vuelta de todo o simplemente fracasados. También hay mucha marquesa que no tiene nada mejor que hacer.
Ante esa situación no exigen a los empleados que cumplan con su trabajo, es más deberían exigir que cumplan escrupulosamente con su trabajo, todas esas faltas, todas esas llamadas particulares, todo ese tiempo ocioso, esos largos cafés, ese tirar el dinero en trabajo deficientes, etc, etc se paga con las aportaciones de los voluntarios.
No están engañando a un "empresario explotador", malgastan roban el dinero que la gente aporta con mucho esfuerzo, mucho.
Es una vergüenza
Pero prefieren contratar gente que esté de acuerdo con ese status quo y no buenos profesionales, a esos los huyen como a la peste.
Magnifico blog