miércoles, 18 de noviembre de 2009

Vivo sin vivir en mí

Así ando yo, como la santa de Ávila, desde que me dio por esto del Máster, 
sólo espero, además de alta vida, que al final del curso 
no tenga que limpiarme las suelas de los zapatos en el felpudo de la Nebrija.
¡Qué cruz, Señor! ¡Vaya líos en los que me meto! 
¡Y que todavía haya alguien que dude de que lo mío no es vocación...! 
(me refiero a lo de los líos) 


Vivo sin vivir en mí 
 
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor; 
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero. 
Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión 
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

  ¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros 
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.           

  ¡Ay, qué vida tan amarga 
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,             
que muero porque no muero.

  Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.             
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

  Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;            
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.           

  Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;          
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

  Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti 
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero. 
 
Santa Teresa de Ávila 
 

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2 comentarios:

  1. Hola Udaberri. Ya me había dicho Mamen que escribías de maravilla. Ahora, metiéndome en el refugio del oso lo puedo atestiguar yo también. Soy Teresa, la hermana de la más arriba citada. Besos

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  2. ¡Ooooooooooooh! ¡Qué ilusión! ¡Bienvenida a la parroquia de los refugiados!
    ¿Cómo estás? Muchas gracias por el piropazo que me echas, viniendo de ti, que te dedicas a la comunicación, es aún más valioso.
    Siento no haber respondido antes pero vivo en un estado de demencia tal, que se me juntan la noche y el día, enredada en la lingüística y sus "chismes" animados de ayer y hoy, pero muy feliz. En fin, en casa me avisan y dicen que voy a terminar como el Quijote, pero... ¡que culpa tengo yo de ser así de rara!
    Por lo demás, en enero saldrá mi próximo libro: "Insoportablemente yo". Son las memorias de un famoso futbolista argentino. Aunque eso ya lo anunciaré con una bonita entrada en el Refugio.

    Muchos besos,

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