Looking for Paradise

Hace unos meses, Alejandro Sanz nos invitaba a descubrir nuestros particulares paraísos y así, de paso, entre todos, hacerle la campaña mundial de su último disco. Aunque yo no aguarde sus noticias con anhelo (como me ocurre con mi querido Alonso, del que mañana hablaremos, seguro); aunque nunca haya cantado sus canciones mientras plancho, he de reconocer que el compositor (y sus asesores) se lo curran muy bien.

Pero, claro, así se puede (suerte de talento): viviendo en Miami, con yate en la puerta y a salvo de la que está cayendo, porque ayer, justo un día después de que mi colega la Pajín nos diera una clase magistral de primero de impuestos (a este paso terminaré tratándola de V.E.Y.), leí en un periódico que, según la OCDE, la presión fiscal en España sobre una familia trabajadora con dos hijos, percibiendo el salario medio, es la más elevada de todo el mundo.

Y el caso es que esto yo ya lo imaginaba, lo que no acabo de entender es que aún haya gente que se extrañe de que alguien tenga que usar la bolsa de las pipas como preservativo. Menos mal que a nadie le ha dado por las del Carrefour (Señor, ¡qué miembro!) porque si no, apañados íbamos ahora que nos las han quitado.

Nota: respeto a la presión fiscal se me viene a la memoria una escena que, creo, leí en las maravillosas memorias de Francisco González Ledesma: Historia de mis calles. Era una anécdota de un vecino suyo de fe heroica, quien, a pesar de las tribulaciones de la enfermedad y la dureza de los años de la posguerra, decía ante cada nuevo envión:

Dame más, Señor, dame más que yo puedo.

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