lunes, 29 de junio de 2009
100.000 visitas merecen un crack. ¡Se nos va de la manos esto del blog!
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Querídisimas y queridísimos,
!Se nos va de las manos esto del blog!
Y ya somos más de 100.000 los interfectos que debemos de andar viéndolas venir, porque, ¡caramba!, con la que está cayendo y cada vez somos más los refugiados.
En fin, que hoy es lunes, que me he pasado toda la mañana intentado atrapar un ratón de campo que entró en mi cocina desde el patio, que he movido todos los electrodomésticos como si fuera Conan pero del ratón ni rastro, que en la mudanza me he cargado una chapa de la puerta del lavavajillas, que, por supuesto, la he pegado con superglu3, pero ahora no se puede abrir porque la puerta entera se ha pegado al mueble (sin comentarios).
En fin, que aquí os dejo con la lectura del práctico artículo Reglas Básicas para Fracasar en la Empresa, de mi amigo IDC, por si se os acaba la beca, queréis leer algo más sugerente o simplemente no os apetece ir al paro, todavía.
Feliz lectura, refugiados.
REGLAS BÁSICAS
PARA
FRACASAR EN LA EMPRESA
Por Ignacio de Despujol y Coloma
Preámbulo
En la empresa moderna española se estudian y aplican, cada vez más, las técnicas de Recursos Humanos importadas de Estados Unidos pensando quizá que lo que allí ha sido bueno y ha dado frutos, lo será aquí también necesariamente. Es un craso error en el que nadie parece reparar y que se manifiesta en la proliferación de fracasos de directivos, aparentemente inexplicables.
Ejecutivos perfectamente entrenados en las últimas tecnologías de gestión del conocimiento made in USA, descubren con sorpresa que la aplicación de las mismas en su trabajo cotidiano no sólo no produce los mismos efectos que los descritos en el manual americano, sino que desembocan en situaciones inesperadas para las que carecen de respuesta. ¿Por qué les sucede esto? ¿Cuáles son las claves que permiten explicar tamaño desastre? La respuesta es que han practicado con entusiasmo las Reglas básicas para fracasar en la empresa española, por lo que es metafísicamente imposible salir triunfantes del proceloso mar de la dirección de personas.
Llevamos mucho tiempo creyéndonos que nuestras empresas responden a esquemas universales, cuando en realidad los tales esquemas apenas si existen y, en cualquier caso, sólo son validos para los principios generales, pero no para las aplicaciones prácticas. Es mentira creer que lo que es bueno para la General Motors es bueno para España. O dicho de otra manera: ¿el que proliferen las hamburgueserías significa que tengan que morir el cocido y la tortilla de patatas? Evidentemente no. Y ésa es precisamente la clave que la filosofía hace mucho que definió como homo mundo circundanti conditionatur. Dicho de manera todavía más pedante, se trata de un problema de psicología social aplicada a la empresa. A la empresa española en nuestro caso, donde tan importante como incorporar la letra eñe a nuestros ordenadores, es mentalizarse de la exigencia vital de contar con el factor eñe en nuestra política de gestión empresarial. Ni siquiera las multinacionales creen ya en la uniformidad de gestión en todo el planeta y han creado hace mucho tiempo cursos intensivos de cross-cultural skills, obligatorios para todos sus directivos que se han de desplazar a otros países.
Como ex-ejecutivo que ha vivido en sus propias carnes esta realidad y movido por una tardía, pero intensa, vocación de ONG empresarial, como es la consultoría, me permito, no sin modestia, ofrecer estas Reglas básicas para fracasar en la empresa, científicamente contrastadas a través de la propia experiencia, por si pudieran resultar de algún beneficio para los ejecutivos españoles, o ya puestos: para la humanidad.
Regla Primera: Demuestre poseer “cultura general”
Lo que entendemos por cultura general es un arma de doble filo que se vuelve indefectiblemente contra uno mismo, si en un momento de debilidad se hace una mínima ostentación de la misma. En la empresa española, la cultura humanística es algo así como un herpes que debe ser ocultado y erradicado del que la padece, lo antes posible. No olvidemos que en nuestras empresas no hay gestores humanistas, sino ingenieros que mandan, o peor aún, economistas. Este es un mal endémico de difícil solución, a pesar de que en los Estados Unidos (el Vaticano de los Recursos Humanos españoles) hace ya muchos años que los head-hunters buscan para los puestos de mayor responsabilidad, profesionales ¡con conocimientos de latín y griego y sentido del humor!
La cultura siempre ha sido sospechosa en España, pero en la empresa es además subversiva, porque socava los cimientos de la autoridad del ingeniero-Presidente para quien Erich Fromm es “from where?” y un futurible se identifica con la consecución de los objetivos. Si hubiera que establecer una escala de elementos culturales erradicables de la empresa española, con el fin de sobrevivir plácidamente en la misma, sería el siguiente:
Aspecto cultural Índice de peligrosidad, sobre 10
Conocimientos de filosofía......................................... 9’5
Cita de Duverger................................................... 8
Cita de Eugenio D’Ors.............................................. 7’6
Mencionar la dialéctica.............................................7
Poesía (que no sea de Antonio Machado)..............................7
Frase en latín .....................................................6’5
Saber quién es Grau Sala (por ejemplo)........................... ..6
Haber leído El Quijote..............................................5
Leer el suplemento cultural de ABC................................ .4
Tener un amigo pintor...............................................3
Regla Segunda: Practique el sentido del humor
Si lo hace a propósito de alguien presente en el Comité de Dirección, lo más benévolo que pensarán de usted es que ha dormido mal la noche anterior; pero en cualquier caso, lo que es seguro es que se creará un enemigo irreconciliable. Porque, como todo el mundo sabe, eso del humor es algo raro que padecen los ingleses, que encima siguen sin devolvernos Gibraltar. Si por alguna circunstancia no pudiera guardarse el comentario que viene al pelo, es preferible, para su propia supervivencia, que se lo atribuya a Bernard Shaw, que como todo el mundo sabe se pasaba el día diciendo frases ingeniosas. Pero, como ya habrá adivinado, esto también es muy peligroso porque atenta directamente contra la Regla Primera que acabamos de mencionar. Así que la única solución que le queda es callarse.
El sentido del humor es desconocido en España y, por tanto, atemoriza. No acabamos de entender que haya alguien capaz de reírse de sí mismo. Nos tomamos tan en serio en la vida que somos incapaces de una mínima autocrítica. Pero como tampoco hay que exagerar, las frases ingeniosas son tolerables, siempre que demuestren finura de pensamiento y originalidad, como por ejemplo “¡Qué apurado te veo!” al que se fuma un habano, o “Es un hijo de la Gran Bretaña” si se habla de Tony Blair. Las demás es mejor evitarlas.
Regla Tercera: Asesore al Presidente
¿Se acuerda cuando el Presidente le dijo: “quiero que me des francamente tu opinión”? Y usted, que es una buena persona, se lo tomó en serio y empezó a darle francamente su opinión. Comenzó con aquello de que no se quitara la chaqueta en los restaurantes; luego siguió con lo de que fuera puntual con los clientes, para acabar de rematarlo todo el día en que se le ocurrió sugerirle que quizá sería mejor no nombrar executive officer a aquella rubia despampanante y desconocida que le pelaba los langostinos el día de la fiesta de la empresa...
El cargo de Asesor es el más peligroso de las empresas españolas y sólo se puede comparar con el que desempeñaba Petronio para Nerón, antes de cortarse las venas (Petronio) en la bañera. Asesorar a un Presidente de empresa es una forma de suicidio lenta. Comprendo que puede parecer un cargo deslumbrante y que uno piensa que a él no le pasará lo mismo que les sucedió a sus dos antecesores, pero la triste realidad estadística demuestra que ha ido escalando puestos entre las profesiones de alto riesgo, y ya ocupa el tercer lugar, después de piloto de carreras y Jefe de Protocolo de Jesús Gil.
Regla Cuarta: Haga favores
Especialmente a otros Directores de departamentos. Con ello conseguirá crearse un selecto grupo de enemigos incondicionales, dispuestos a machacarle en cualquier momento. Hacer favores es como decirle al otro que le necesita a usted y que, por lo tanto, le está supeditado. O lo que es peor todavía, que le debe devolver el favor. No se sabe de nadie que haya salido indemne de esta práctica, que, por supuesto, no tiene nada que ver con hacer la pelota, que sí es rentable. La explicación es una simple regla geométrica: “La peligrosidad de hacer favores es inversamente proporcional al ángulo de inclinación del espinazo de quien lo ejecuta”.
El favor es lo contrario de la obligación. Así que si lo que se hiciera a otros fueran “obligaciones” no se correría ningún peligro de represalia por parte del sujeto paciente o favorecido. Es precisamente la gratuidad del favor lo que lo convierte en un peligroso boomerang que inexorablemente se vuelve contra quien lo lanza. La venganza que acaba padeciendo el que hace favores es directamente proporcional al complejo de inferioridad que padece el receptor, en relación con quien le favorece. Es tremendo sobresalir por algo en cualquier colectivo; pero si ese colectivo genera, además, lucha por el poder, el distinto se convierte automáticamente en un peligro a destruir, por no responder a los parámetros establecidos por la vulgaridad de la masa predominante.
El colmo de la diferenciación estriba en la capacidad de “donar” a otros del propio colectivo los capitales que uno tiene y a ellos les faltan. La empresa no aceptará nunca en su seno a alguien con mentalidad de “salvar a las ballenas” sin margen de beneficio. La capacidad y la voluntad de hacer favores presuponen una mentalidad no capitalista sino altruista, de creer en la intrínseca bondad del hombre y en el componente social de nuestra especie. Lo que ratifica lo que dice la sabiduría popular de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Regla Quinta: Sea de izquierdas
Y encima, presuma de ello. Es una de las maneras más prácticas para conseguir fracasar en menos tiempo. No es que sea malo ser de izquierdas; es que no entra siquiera en los parámetros mentales de nuestra empresa. La empresa española es de derechas con la misma naturalidad con que el Rey se pega batacazos todos los inviernos en Baqueira Beret. Es parte de su propia esencia y lo contrario sería contra naturam. Así pues, déjese una buena barba y diríjase al jefe, en el Comité de Dirección como “compañero Presidente”. Su futuro profesional estará más negro que el del peluquero de la Duquesa de Alba y en un par de meses no tendrá ya que preocuparse del engorro de cobrar su nómina de la empresa.
El izquierdista, para serlo, tiene que oponerse al capitalismo, representado en todo su esplendor por el Comité de Dirección de la empresa. Es, por tanto, completamente incongruente ser de izquierdas y participar, a la vez, en sus reuniones. Pero podría pasar y de hecho se han dado casos. Entonces comienzan a operar los anticuerpos del organismo para aislar al intruso y acabar con él. Los leucocitos de la empresa se ponen en marcha creando, por una parte, el vacío alrededor de la infección izquierdista; y por otra, bombardeando sistemáticamente sus defensas: que si el plan de pensiones para directivos, que si el cambio de coche, que si el bonus especial... etc. Al tercer misil capitalista la infección suele quedar perfectamente controlada y el peligro erradicado. Sólo un pertinaz ataque de congruencia con los propios criterios izquierdistas y su defensa numantina, conseguirán el efecto deseado de fracasar en el menor tiempo posible.
Regla Sexta: Haga confidencias
No dude de que su comentario confidencial a otro directivo sobre la metedura de pata del Consejero Delegado, salga jamás de sus labios. Siga pensando que su compañero de dirección será una tumba y que no irá corriendo a contárselo, casualmente al susodicho Consejero Delegado. Así vivirá usted feliz los pocos días que le quedan en su puesto.
Las confidencias en la empresa son como jugar a la ruleta rusa. Puede que la ley de probabilidades le proteja en alguna ocasión, pero indefectiblemente, y por causa de la misma ley, la bala acabará saliendo antes o después, con las consecuencias que se puede imaginar. La confidencia nunca es una maldad (porque hace falta ser tonto para no darse cuenta de lo que puede pasar), sino una ingenuidad. Presupone que su interlocutor es amigo suyo y que desconoce el aforismo de amicus Plato, sed magis amica veritas. Por supuesto que lo desconoce, porque él nunca incurrirá en la primera regla de este decálogo; pero sabe muy bien lo rentable que le puede ser arrimar el ascua del Consejero Delegado a su propia sardina. El que hace confidencias suele ser reincidente por lo que es poco probable que un consejo a tiempo, dado por un amigo de verdad, sirva para inmunizarle. Todo lo contrario. El vértigo del riesgo es para él como una droga que le lleva a multiplicar las situaciones de peligro, hasta que fenece, sin saber muy bien por qué.
Regla Séptima: Trabaje más horas que el jefe
O al menos que lo parezca. Si es así no se extrañe de que en el reconocimiento médico obligatorio anual, el psicólogo de la empresa reseñe en su ficha: instintos suicidas. Y no porque al jefe le importe realmente que usted trabaje más horas que él; sino porque se note que lo hace. Ese es el quid de la cuestión: la importancia de las apariencias.
Al igual que en cualquier empresa la imagen corporativa es un valor añadido, la imagen de eficaz entrega al trabajo que debe transmitir el jefe ha de sobrepasar con mucho a la de sus subordinados para poder ser considerado un verdadero jefe por la opinión pública de la propia empresa. Es psicología barata decir que no somos lo que somos, sino lo que parece que somos. Pero en la empresa española es dogma de fe. Por lo que parece bastante aconsejable someter los impulsos suicidas al instinto de supervivencia. Además, cumplir esta regla es bastante más cansado que cualquiera de las otras que aquí se reseñan, por lo que mi recomendación, para quien verdaderamente desee fracasar en la empresa, es que comience practicando cualquiera de las otras, bien en conjunto, o bien por separado; y que sólo en última instancia, si ve que las demás no son lo suficientemente eficaces o rápidas en sus consecuencias, (se han dado casos), recurra a ésta que sin duda, será definitiva.
Regla Octava: Tenga ideas propias
Sea usted original, atrevido y sáltese algunos procedimientos para conseguir mejores resultados. Es decir, ponga usted en práctica la que se supone es la finalidad última de toda empresa que es conseguir el mayor beneficio, con el menor esfuerzo humano y financiero posible. Pues va usted de ala. Las ideas son hijas legítimas de la lógica del pensamiento individual. Mientras que la empresa es lo corporativo, sin paternidades ideológicas visibles. La individualidad de pensamiento sólo se acepta en el laboratorio, que es la sala de partos de los avances científicos. Es decir: que sólo las ideas que conducen a nuevos productos son aceptables.
En cambio, las ideas que puedan poner en cuestión la filosofía de la empresa son como herejías que atacan directamente a esa nueva edición de las Tablas de la Ley Divina, que es el ideario de la compañía. La empresa es el reino del pensamiento único y la habilidad suprema de los directivos flotadores radica en interpretar en cada momento el lenguaje de los signos de la Presidencia para actuar en consecuencia. Nadie puede garantizar que el que tiene ideas propias no vaya a exponerlas. Llegando, incluso, a discrepar de lo oficialmente establecido. Así empezó la serpiente en el Paraíso y todos sabemos cómo acabó la cosa.
Regla Novena: Sea usted homosexual
Si a usted esta regla le parece discriminatoria es porque nunca ha pertenecido a un Comité de Dirección. Para quien no lo sepa, en un Comité de Dirección, además de los aspectos propios de la dirección de la empresa, se tratan todo tipo de asuntos en momentos de transición, o de descanso. Los Comités de Dirección son la quintaesencia del machismo trasnochado, como muy bien saben las pocas mujeres que pertenecen a ellos y que tienen que padecer desde cumplidos que no vienen a cuento, hasta sonrisas sobradas cuando defienden planteamientos no previstos por el común de “los hombres”.
Siendo esto un hecho cotidiano, no quiero contarle lo que puede pasar si de repente usted confiesa que es homosexual. Nada parecerá cambiar en la apariencia externa del comportamiento de sus colegas hacia usted; pero en cuanto se dé media vuelta comenzará a comprender el dolor de estómago que les entraba a los cristianos, cuando Tiberio les mandaba invitaciones para la fiesta del 1 de mayo en el circo de Roma. Los ataques de sinceridad en la empresa, sólo son aceptables a la hora de elegir en la cafetería entre panaché de verduras o ensaladilla rusa.
Regla Décima: Sea antimadridista
O antibarcelonista, o “anti” el equipo del que sea la mayoría del Comité de Dirección. Si el cumplimiento de las otras reglas se podría interpretar benévolamente como “enajenación mental transitoria”, ésta no tiene posible perdón. Porque supone tomar postura, conscientemente, contra la ley natural de las cosas. Es como enfrentarse a la ley de la gravedad universal, lo que conduce directamente a la catástrofe.
Es evidente que en el Comité de Dirección no todos entienden de economía, de marketing o de leyes de Pareto; pero todos, absolutamente todos, saben que el árbitro les escamoteó un penalty en el último minuto. Está más que demostrado que la participación de los miembros del Comité de Dirección en las discusiones que se generan en su seno es inversamente proporcional a su ignorancia sobre cada asunto en discusión. Así, de tecnología CAD sólo opinan dos, de legislación laboral otros dos, de marketing sectorial, cuatro y de los regalos de Navidad de la empresa, todos.
Puede que la religión dominante en el Comité de Dirección sea la cristiana, aunque haya dos agnósticos y un budista; puede que la lengua preferente sea el español, aunque el americano utilice el inglés (al menos eso es lo que él dice); puede que las decisiones se tomen por mayoría absoluta. Eso es lo normal... hasta que alguien menciona al Real Madrid. Entonces todo cambia y lo que, hasta ese momento, eran discusiones más o menos intensas, se transforma automáticamente en unanimidad, en profesión de fe, en lamentos o alegrías generales, en los que la tibieza es subversión y la discrepancia herejía. Si usted es del Atlético, o del Espanyol, o del Sevilla, sólo tiene dos salidas: o esconderlo como una enfermedad vergonzosa, o renunciar al Comité de Dirección. El que avisa no es traidor.
Regla undécima: No me haga caso en lo que digo
Piense que estas reglas no son más que una boutade y que están dictadas para chinchar al Presidente de su empresa, que como todo el mundo sabe, es una gran familia. Pues precisamente eso de “la familia” dicho por activa y por pasiva, es lo que debe ponerle en guardia. Porque no tiene usted más que asomarse a los medios de comunicación para percatarse de que es precisamente en la familia donde se cometen más crímenes. Desgraciadamente existen datos y estadísticas escalofriantes de esta dolorosa realidad.
Sin embargo, los crímenes que se cometen diariamente en la cúspide de la “sagrada familia” de la empresa pasan desapercibidos para la opinión pública, a pesar de la frialdad con que se ejecutan y de las víctimas inocentes que los padecen. Por eso, no me haga caso. Piense que usted tiene las riendas en sus manos y todos los cabos atados. Tal vez esté tan seguro porque sea usted, en estos momentos, el encargado de hacer de verdugo. Exactamente igual que Robespierre cuando decía con la acostumbrada elegancia francesa: “A moi plin. Je suis la guillotine” pocos días antes de probar su propia receta.
¿Le suena Heisenberg? ¿Ha oído hablar del principio de incertidumbre? No se crea que se trata de física quántica. En realidad es el descubrimiento de la ley que rige los movimientos del Comité de Dirección de las empresas.
IDC, publicado en Capital Humano, Nº 120. Año 12. 1999
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100.000 besos
, muchas gracias de todo corazón, que seáis muy felices y gastéis poco,
Udaberri
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Enhorabuena por congregar a tanta gente entorno a tu blog, te deseo que sigas mejorando y que te grandes experiencias, aquí, en Malta o en cualquier país y que nos las cuentes.
ResponderEliminarEsto se te va de las manos, Misofán forever.
ResponderEliminarYa entiendo porque no he "triunfado" todavía en las distintas empresas en las que he trabajado. Muy bueno
ResponderEliminarLo de ser de "izquierdas" puede que no sea un handicap, me refiero a la izquierda cuché del suplemento de El Pais dominical.
ResponderEliminarpues yo lo tengo claro, a partir de septiembre, porque ahora, entre la jornada intensiva y el calor ya no merece la pena cambiar la costumbre, voy a aplicarme en estas reglas y si no asciendo, al menos que no me echen.
ResponderEliminarEnhorabuena, oso udaberri!!!
Enhorabuena a todos vosotros. Cuánto me divierte ser la lectura de primera hora en el trabajo. Sólo por eso merece la pena tener abierto este refugio. Me habéis alegrado el día. Enhorabuena, refugiados y proscritos (que también los hay), empezamos a ser legión. Con mucha seriedad, hoy me parto de risa.
ResponderEliminarFollowing your advices I was in Malta and now I´m bilingual. Would you like to practice with me?
ResponderEliminarMy email address is
Congratulation!, I'm very pleased to hear than you took my advice and now you are bilingual. It sounds excellent, really excellent!! But excuse me, I'm afraid that your level is higher than mine and you might get bored with my scarty conversation, however if you want to practice English, I'll be glad to do it. Sorry, my email address is a secret similar to Turandotś mysteries, because of this, I take for granted that the lair (I mean "shelter") of the bear is a very good place, isn't it?
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